La flor de mi deseo

Oleo sobre lienzo 100x100cm.

La flor de mi deseo

Hay una leyenda de un ángel que estaba encargado de elegir una flor de entre todas. La mayoría de las flores resultaron ser egoístas y engreídas; todas eras esbeltas, deliciosamente aromáticas, vestían vivos colores, soñaban con jardines, castillos y vivir con la realeza. Ninguna lograba cautivar al ángel de la naturaleza. Hasta que, en un momento dado, sentado en una roca, descubrió una flor amarilla discreta, sencilla, pero de tono optimista. Cuando empezó a hablar con ella descubrió a una criatura humilde que no deseaba vivir en otro lugar más que donde el viento la llevara. Amaba la tierra, el cielo, la lluvia y cada elemento de la naturaleza. No pedía más… El ángel no dudó en reunirse junto a sus compañeros para anunciar su elección: el diente de león. El resto de compañeros no entendieron por qué había elegido una flor tan discreta, simple y vulgar, él no dudó en defenderla. Alegó que el proceso de transformación del diente de león simboliza el sol, la luna y las estrellas. Esta planta fascinante nace siendo una bola de fibras amarillas, muy semejante al astro que nos da la vida. Más tarde, adquiere una forma redonda, esponjosa y de color plateado, como la Luna en las noches de verano. Seguidamente, para esparcir sus semillas, se separa y recorre grandes distancias, como pequeñísimas estrellas fugaces llevadas por el viento. Y tal fue el cariño que el ángel desarrolló por su querida flor, que le otorgó un poder, una facultad muy especial. Cada vez que los niños soplaran sus semillas, uno de sus deseos se haría realidad. Desde entonces, todos crecemos soplando a esta planta esperando que nuestros sueños se cumplan.

Dada.❣